Hola amigos, amigos hola...en capicúa.
Hoy traigo otro tema de esos de "copia y pega" que tenía arrinconados por ahí y nos habla de la mierda de trabajos que hay hoy en día comparado con los que teníamos antes de la crisis.
El Rajao, digoooo Rajoy y sus secuaces se llenan la bocaza con sus números maravillosísimos de la muerte, de nosecuantos empleos nuevos creados, pero obviando que la mayoría son temporales, o de media jornada y muchos ni eso...los hay que te emplean solo por un día o dos y al puto paro otra vez hasta que te llamen de nuevo.
De eso se aprovechan las empresas ahora y más desde que gigantes como Amazon y similares practican artes mafiosas para contratar a sus empleados y por una mierda de sueldo... y encima has de estar todo el día disponible al otro lado del teléfono por si requieren de tus servicios 2 horas por la tarde y otra por la noche ¡con dos cojones!, pero como a todos nos mola comprar en estos sitios pues,
con nuestro dinero alimentamos al monstruo y permitimos que eso pase...
¡Sí tú que me estás leyendo...y tú , y tú...y yo por supuesto!. Hemos hecho al andoba que manda en Amazon el tío más rico del mundo...¡Culpables todos los compradores!.
Bueno y ya si encima nos llenamos la boca con que somos accionistas de ellos...ya con eso hasta nos coronamos.
"Es que eso es el mundo actual, las empresas tradicionales se tienen que reciclar o morirán lánguidamente..." A eso te contesto: -Vete a la puta mierda chaval.
Pobre Pecador, idiota romántico y agilipollao...bienvenido a la realidad...
Esto es una mafia en la que las reglas las ponen los más fuertes, aunque sean reglas de mierda, y los politicuchos lo consienten pues solo les interesa los datos de que gracias a su inestimable gestión ¿?, los índices de paro bajan. No importa cómo sean esos nuevos trabajos, ni que el 90% de ellos sean precarios. Solo importan las cifras. A los demás empresarios tradicionales, los de toda la vida, a los que tener a sus empleados como Dios manda les cuesta un cojón de pato... que les den y que se reciclen a las nuevas tecnologías pues los clientes nos congratulamos con tenerlo todo a un click de ratón, ¡claro que sí!. Eso de ir a las tiendas ya está pasao de moda.
Sigamos haciendo más rico a este ganao de las compras online...a costa del sudor de sus esclavos digooooo, empleados.
Pd...Acabo de ver en Aliexpress un movilaco chino de 5000 núcleos y 7G por pocos euros...¡Me lo compro!...y al repartidor ese con su trabajo precario...¡Que hubiera estudiao!
Copio y pego:
ESTEBAN HERNÁNDEZ
Un revelador artículo publicado en 'The New York Times' compara la situación de dos empleadas de la limpieza de compañías prestigiosas: la Sra. Evans trabajaba para Eastman Kodak, la Sra. Ramos lo hace para Apple; la primera recogía y adecentaba las oficinas de la firma a principios de los 80, la segunda en la actualidad. En términos reales, sus salarios son equiparables, pero las condiciones resultan completamente distintas.
Evans contaba con más de cuatro semanas de vacaciones por año, recibía ayudas de la empresa para cursar sus estudios universitarios y cada marzo recibía un bonus. Además, cuando cerraron las instalaciones en las que limpiaba, le fue asignado otro trabajo en la misma compañía. Ramos trabaja para una subcontrata, no tiene vacaciones, tampoco puede formarse tras el horario laboral y no cuenta con ninguna paga extra. El caso de Evans es especial, además, porque desarrolló una importante carrera dentro de Kodak: tras titularse en la universidad, desempeñó diversas tareas en la firma hasta ser nombrada directora de tecnología. La mejor opción de Ramos para subir en la escala laboral es ser ascendida a jefa de equipo y cobrar 50 centavos más por hora.
No es mal negocio: antes pagaban a cuatro trabajadores y ahora, por hacer lo mismo, solo a uno que además es autónomo.
Hace unos meses tuve ocasión de conocer, gracias a un afiliado sindical, una comparación similar en el ámbito del transporte. Me contaba que hace poco más de una década, en su camión iban dos conductores si el trayecto era largo, para relevarse. En su empresa, apenas hay conductores en plantilla, porque los transportes los realizan autónomos que aportan su propio camión; como la legislación se ha relajado, sólo conduce una persona, y está autorizado a hacerlo más horas de las que a ellos les permitían. Además, el autónomo debe cargar y descargar. Concluía que no era mal negocio: allí donde antes se necesitaba invertir en comprar camiones, pagar dos conductores y a la gente que cargaba, ahora sólo precisan una persona, que además es dueña del vehículo y que está dispuesta a trabajar las horas que sean necesarias.
¿Los robots?
Ambos ejemplos representan dos caras de la misma moneda. La ortodoxia predictiva señala que estamos ante tiempos de cambio, en los que la automatización, la sistematización y la robotización harán que se pierdan muchos empleos. Sin embargo, antes de entrar a analizar ese futuro y sus incertidumbres, deberíamos constatar cómo esos efectos se están produciendo ya, y no sólo, o no principalmente, como corolario de los cambios tecnológicos, sino que provienen de las directrices del management.
Desde la deslocalización hasta las prejubilaciones, todo tenía el mismo objetivo: reducir el peso del factor trabajo en los costes
Las últimas décadas en el mundo laboral han sido de cambios continuos y sostenidos (y las reformas de la normativa laboral forman parte de ese proceso), en las que han ido sucediéndose nuevas formas de gestión, siempre con nombres llamativos. Todas ellas han empujado en la misma dirección. La deslocalización, la externalización, las prejubilaciones, los Eres y las reorganizaciones estructurales tenían un objetivo común: reducir el peso del factor trabajo en los costes.
En todas las profesiones
Las compañías se han preocupado de aumentar ingresos, aunque en general han optado por tomar atajos como las fusiones o las adquisiciones en lugar de mejorar el producto o el servicio, pero sobre todo de reducir gastos. La trabajadora de Apple lo sabe porque carece de esas vacaciones pagadas, de las oportunidades profesionales o de la estabilidad laboral que tenía su compañera de Kodak. También lo saben los falsos autónomos, como muchos transportistas, porque se han hecho cargo de los costes derivados del desarrollo de la actividad (hasta han comprado un camión), que se ven sometidos a una presionante precariedad y a jornadas de trabajo más largas, además de a una mucho menor protección social. Algo que no ocurre sólo en los empleos de baja cualificación, sino que se ha extendido a toda clase de profesionales.
Esta tendencia está detrás de las horas extras, de la extensión del trabajo a la vida privada y de los deficientes servicios que prestan muchas empresas.
Producto de este deseo de hacer más con menos, también han llegado las reducciones de plantilla, de forma que la misma carga de trabajo es repartida entre los empleados que quedan. Esta tendencia está detrás de las horas extras que no se pagan, de la extensión del tiempo de trabajo a la vida privada, de la gente pendiente del móvil o del ordenador en su casa. Pero también de los deficientes servicios que prestan muchas empresas (y también los servicios públicos externalizados), en los que la falta de mano de obra provoca retrasos, fallos o equivocaciones. Y está, obviamente, detrás de la menor oferta de puestos de trabajo.
Núcleos reducidos
El futuro que nos espera parece adentrarse aún más en ese pozo. El sector tecnológico y la economía del contenedor que propone como modelo general no consiste sólo en mediar gracias a la red o a las aplicaciones, sino en adelgazar al máximo las empresas, reduciendo sus costes, en especial los laborales. Si las firmas desde mediados de los noventa han optado por externalizar todo lo posible y quedarse sólo con las áreas centrales, las actuales están haciendo lo mismo, pero intentando acelerar el proceso: quieren que el núcleo sea aún más reducido y las áreas periféricas más baratas.
Dependen menos de la innovación tecnológica per se que de los cambios en la forma de empleo y en la reducción de los salarios
Como asegura Eric Peters, fundador, CEO y jefe de inversiones del hedge fund One River, "deberíamos tener cuidado y no pasar por alto la posibilidad de que las empresas tecnológicas disruptivas no sean más que mecanismos de reducción de los salarios a meros niveles de subsistencia”. Estas firmas “dependen menos de la innovación tecnológica per se que de los cambios en la forma de empleo y en la reducción de los salarios, así como de la imposición de condiciones de trabajo más duras”. En palabras de Peters, “la naturaleza de la tecnología depende en gran medida de lo que el público pueda ser persuadido de aguantar”.
De modo que cuando oigamos hablar de desigualdad, de los trabajos que se pierden o de la irrupción de las máquinas, no pasemos por alto la fuerza principal que los impulsa. Y, hoy, esa no es la tecnología.
Chistecito del día
DIARIO DE ELLA:
Esta noche Antonio esta raro. Hicimos planes para ir a un restaurante y como estuve de compras todo el día con mis amigas y llegué tarde pues pensé que él se había enfadado por eso, pero no me comentó nada. No hablamos de nada, casi que le sugerí irnos a un sitio más tranquilo para poder conversar. Me dijo que sí, pero no me habló demasiado. Le pregunté si algo iba mal y me dijo: "nada".
Le pregunté si yo tenía la culpa de que estuviera molesto y me dijo que no estaba molesto, que no tenía nada que ver conmigo y que no me preocupara.
Camino a casa le dije que le quería. Él sonrió ligeramente y siguió conduciendo... no entiendo por qué se comporta así ni por qué no me dijo "también te quiero".
Cuando llegamos a casa sentí que lo había perdido completamente y que no tenía nada que hacer con él nunca más.
Sólo se sentó allí viendo la tele. Siguió estando ausente y distante, así que me fui a la cama. 15 minutos después él vino a la cama también.
Para mi sorpresa correspondió a mis caricias e hicimos el amor. Pero seguía teniendo un aire distraído.
Después quise afrontar la situación, hablar con él cuanto antes, pero se quedó dormido.
Empecé a llorar y lloré hasta quedarme adormecida. Ya no sé qué hacer. Estoy casi segura de que sus pensamientos están con otra.
Mi vida es un auténtico desastre. Pierdo a mi marido. Me engaña seguro.
DIARIO DE ÉL:
No sé qué coño le pasa al ATLETI, es algo inexpicable, con el equipazo que tiene y ya está fuera de la Champions y arrastrándose, llevo todo el día pensando cual es el problema.
Bueno por lo menos he follado.
¡ Aupa ATLETI !
miércoles, 20 de diciembre de 2017
lunes, 11 de diciembre de 2017
Alquila, alquila
Hola amigos, amigos hola...en capicúa.
Todos hemos oído la matraca más de una vez en otros blogs. ¿Alquiler o comprar?, ¿qué es mejor, hipotecarte a mil años por una vivienda o es preferible alquilar para no atarte casi de por vida a una inversión semejante?.
Buff, yo no sé la respuesta, y aunque por estos blogs que todos leemos casi gana por goleada que es mejor enlazar alquileres que hacerte una hipoteca de 30 o 40 añazos por tu vivienda, no lo tengo tan claro.
Se exponen temas de movilidad laboral y por ahí no hay nada que discutir, mejor no atarte a una ciudad o barrio en el que quizá tu trabajo no mantengas por mucho tiempo y te veas abocado a trasladarte a otra empresa, en otro distrito, en otra ciudad o incluso comunidad autónoma o país.
O que alquilar te permite nuevas experiencias, tanto laborales como culturales que posiblemente no tendrías estando fijo en tu entorno conocido...
Y para decantarnos ya definitivamente por la opción de que no ser el propietario de tu vivienda sino mejor ser el inquilino de alguien es lo mejor, tenemos la frasecita machacada hasta la saciedad.
"Alquilar es más barato que hipotecarse".
Estoy casi seguro que así es, hay muchos gastos de lo que te libras y el propietario no, pero hay que dejar una cosa clara, ya no creo que haya tanta diferencia y más desde que los alquileres se están poniendo por las nubes.
Os dejo un "copia y pega" de hace unos meses que tenía guardado por ahí, en el que el autor (Esteban Hernández) nos deja muy claro que ya no es que se pueda elegir entre comprar o alquilar...es que hoy en día la única opción posible es alquilar, a menos que tengas mucha pasta...y claro, como los que manejan el cotarro que son los bancos y grandes fondos, se están haciendo con el parque de viviendas vacías, pues el precio se encarece...y mucho.
Y como esos tiburones saben que el negocio hoy en día está en los alquileres más que en las hipotecas, las posibilidades de que te den un préstamo para comprar tu casa queda reducido a la mínima expresión, incluso aunque tengas "posibles" como la pareja londinense que sale en el artículo.
Y es un fenómeno mundial pero que en España ya estamos sufriendo. ¿Cuánto vale ya un alquiler en las grandes urbes patrias?, pero da igual, no hace falta que sea una capital de provincia: ¿y en las periferias o ciudades más pequeñas y alejadas?. Las hipotecas están por las nubes, sí, claro que sí pero los alquileres también... y cada vez más.
Los dueños de casas somos una vía en extinción, los trabajos en un sitio concreto también (exceptuando funcionarios y trabajadores de grandes núcleos localizados) y aunque nuestros hijos puedan heredar nuestras viviendas, difícil si tienes más de uno...(al menos que dispongas de varias casas que no es lo normal) pero claro, eso sería cuando nosotros hayamos dejado este mundo así que hasta entonces tendrán que alquilar la suya. No hay otra opción. El mundo está cambiando en esa dirección, algunos dirán que para bien, yo diría que para mal...para muy mal.
Vamos con el copia y pega:
“Aquí estoy, rodeada de cajas otra vez, de mudanza, sabiendo que el año que viene tendré que mudarme otra vez. He limpiado y pintado el nuevo apartamento, y sigue con manchas de humedad y la moqueta carcomida por los gusanos. A mis 46 años he vivido en más de 30 casas, y aún no tengo ninguna seguridad”. Jan, una londinense, escribió el pasado año este post, que se convirtió en viral no sólo porque refleja un tipo de sentimiento con el que sus conciudadanos empatizan, sino porque se trata de una persona que cuenta con un buen trabajo (su salario es de 40.000 libras al año), y cuya pareja también tiene un empleo a tiempo completo.
Pertenece a una categoría social que la periodista y ensayista Anna Minton describe como “pobre de clase media”, y cuyos problemas se reflejan con precisión en una anécdota que Jan cuenta a Minton en su último libro, 'Big Capital. Who is London for?': “Me acababan de pasar por error un cargo de 20 libras a mi tarjeta, y no los tenía. De repente, me eché a llorar”. Posee un título universitario, estaba laboralmente situada, su vida era estable, pero se veía condenada a vivir con sus dos hijos y su marido en un apartamento en mal estado y de sólo dos habitaciones. Y si le pasaban un cargo extra le arruinaban el mes.
El mal de la vivienda
La de Jan es una más de las historias que aparecen en 'Big Capital', un ensayo crítico con la evolución del precio de la vivienda, uno de los factores determinantes para que las cuentas de los residentes en Londres no cuadren. La capital británica es una de esas ciudades a las que el mal residencial ha afectado especialmente. El esquema, explica Minton, es el siguiente: multimillonarios de todo el mundo adquirieron mansiones en los barrios más adinerados, obligando a los millonarios, ante el aumento de precio, a mudarse a las zonas de clase alta. Esta se desplazó hacia los espacios de la clase media alta, y así sucesivamente. El resultado fue que los precios subieron en todas partes, y de forma sustancial. Y todo al mismo tiempo en que el número de viviendas protegidas decaía.
Los alquileres alcanzan tales precios que hacen difícil que incluso las personas con salarios dignos los puedan pagar
El caso de Londres puede parecer excepcional, pero se trata de un mal que se ha extendido a muchas más ciudades de todo el mundo, desde San Francisco hasta Ibiza: los alquileres alcanzan tales precios que hacen muy difícil que incluso las personas que cuentan con salarios dignos los puedan afrontar. Los ingresos de profesores, bomberos o camareros no alcanzan para vivir en la ciudad en la que deben trabajar. Desde este punto de vista, es un problema preocupante pero que no genera demasiada alarma social, porque tales ejemplos no son más que excepciones. Sin embargo, esta lectura empaña más que clarifica: los cambios son bastante más profundos de lo que creemos.
Hacia abajo
Este verano se ha hecho popular una palabra, turismofobia, que era una especie de sucesora de eso que se dio en llamar gentrificación, y que consiste en una versión low cost de lo acontecido en Londres: determinados barrios, bien por la afluencia de turistas a través de los apartamentos de alquiler compartido, bien porque se han puesto de moda entre las clases medias altas, suben el precio de los alquileres, haciendo imposible que los residentes los puedan seguir pagando, por lo que optan por desplazarse a otros distritos. Estos, a su vez, elevan las rentas, dado el mayor poder adquisitivo de los recién llegados, elevan sus rentas, y obligan a quienes viven en ellos a mudarse a lugares más baratos. El resultado final es que todos acaban pagando lo mismo por peores pisos o por viviendas peor situadas.
Si los precios de la comida hubieran aumentado lo mismo que los de la vivienda en las últimas cuatro décadas, hoy un pollo costaría 50 libras
Este efecto, típico de la oferta y de la demanda, va mucho más allá de un simple ajuste en el mercado. Los cambios en la vivienda son sustanciales, en especial (pero no solo) para las nuevas generaciones. En primer lugar, porque el coste de un piso ha subido de forma espectacular. Como asegura Minton refiriéndose a Londres, “si los precios de la comida hubieran aumentado lo mismo que los de la vivienda en las últimas cuatro décadas, hoy un pollo costaría 50 libras”. Aunque el incremento en la capital británica sea mayor que el de otros lugares, este es un fenómeno común en Occidente, y en muchas zonas de España se ha dejado sentir intensamente.
¿Y la vivienda protegida?
Al mismo tiempo, uno de los factores que más ayudaba a la estabilidad de los precios, como era la vivienda protegida, está en continuo descenso. Eran construcciones que se planificaban para garantizar que este bien esencial no quedase fuera del alcance de las clases menos favorecidas. Minton describe de forma extensa lo ocurrido en Londres, y aunque sus mecanismos son distintos de los españoles, es un mal que nos afecta: las diferencias son notables entre la época tardofranquista, cuando un elevado porcentaje de los pisos contaban con esa protección institucional, hasta la actual, en que esa clase de vivienda tiene un peso en el mercado muy escaso.
Si los salarios se estancan, la amenaza del paro sigue presente y la protección oficial está ausente, el alquiler es la única posibilidad
Y como tercer factor, este aumento de los precios de las viviendas ha tenido lugar en un escenario en el que los salarios se han estancado o han descendido para una parte importante de la población española, y más aún tras la crisis. Los créditos a espuertas de la burbuja animaron a esas clases de ingresos bajos a hipotecarse con la esperanza de pagar la propiedad en 30 o 40 años, pero ese mecanismo ya tampoco funciona.
No hay elección
Como resultado de estos tres factores, el alquiler ya no es una opción, es lo único a lo que se puede optar. Hay quienes aseguran que es mucho mejor que la compra, una ruinosa inversión, pero no es cierto en este contexto. Esa afirmación puede ser valorada por quienes pueden elegir entre una cosa y otra; el problema es que cada vez menos gente está en esa situación. Si los salarios se estancan, la amenaza del paro sigue presente, los bancos exigen cada vez más seguridad para conceder un crédito y la protección oficial está ausente, el alquiler es la única posibilidad.
Los padres ayudaron a los hijos con lo acumulado en los años buenos, pero de esa herencia no disfrutarán los nietos
También para las clases medias: Minton describe varios casos de personas cuyos ingresos les permitirían afrontar una hipoteca, pero como el coste de la subsistencia ha aumentado (por los alquileres elevados, entre otras cosas), carecen de la posibilidad de ahorrar, justo eso que es necesario para conseguir lo suficiente para una entrada. El alquiler es el 'new normal', para unos y otros. Sólo los ricos pueden comprar. En España ocurre algo similar, mitigado por el remanente que las familias acumularon en los años de la expansión económica, una herencia de la que los hijos se aprovechan, pero de la que es improbable que puedan disfrutar los nietos.
El negocio
Por eso la propiedad inmobiliaria se ha vuelto a convertir en un gran objetivo de inversión. Han ayudado los tipos de interés bajos, y en el caso europeo las políticas del Banco Central con la expansión cuantitativa, que han proporcionado efectivo a los bancos y a los fondos, que destinan a apuestas rentables. Las viviendas son una de ellas, en especial aquellas que por su ubicación aseguran ingresos continuados, y más con la llegada de empresas como Airbnb.
La nueva realidad en EEUU es que si no tienes la suerte de poder vivir en una propiedad de tus padres, te verás abocado a alquilar tu casa a fondos como Blackstone
Esto ha producido cambios sustanciales en la distribución de la propiedad. Grandes fondos como Blackstone han empezado a comprar viviendas, locales y naves industriales de forma masiva. Como explica el inversor Simon Black, ya que carecen de capacidad para adquirirlos por separado, los están comprando por paquetes. EN EEUU el proceso es el siguiente: fondos de tamaño medio se hacen con diferentes propiedades y venden el paquete a los grandes; al mismo tiempo, quienes tienen entre sus activos entre 10-50 viviendas, se los venden a los de tamaño medio. Y algunos incluso compran propiedades, las alquilan rápido, y sin haberlas pagado se las transfieren a los fondos pequeños.
La desigualdad en la vivienda
El efecto es doble: por una parte, la propiedad se está concentrando, incluso en un escenario tan fragmentado como es el parque de viviendas, de forma que “se está expulsando a los propietarios individuales”; en cuanto al usuario, “la nueva realidad en América, especialmente para los jóvenes, es que si no tienes la suerte de poder vivir en una propiedad de tus padres, te verás abocado a alquilar tu casa a fondos como Blackstone”.
El negocio cuenta con buenas perspectivas, porque el número de gente obligada a alquilar aumenta. Por eso invierten los fondos
Por más que parezca un panorama exagerado, no le falta cierta realidad. Como el acceso a la compra está cada vez más limitado, y una parte importante de la población está abocada al alquiler, la propiedad inmobiliaria se convierte en un negocio cada vez más rentables. Es por eso que Blackstone posee ya en España, tras la adquisición del ladrillo del Popular/ Santander, un parque del tamaño de la Sareb. O por lo que compró un parque de 1800 viviendas sociales en 2013; o por lo que cada vez más fondos han adquirido pisos en zonas de moda en Madrid o Barcelona. El negocio posee buenas perspectivas, porque el número de gente obligada a alquilar aumenta.
El verdadero problema
El coste social que conlleva este proceso es duro. Si sólo es posible alquilar para mucha gente, su desprotección se incrementa, porque dependen para su subsistencia de que el coste de la vivienda mensual no se lleve la mayoría de sus ingresos. En un contexto de salarios escasos, con la amenaza del paro de fondo, y con el colchón de las ayudas familiares menguando, es evidente que las cosas pueden complicarse en el futuro. Esa tendencia es la que está detrás del encarecimiento del nivel de vida en las grandes ciudades, y que lleva a gente como a Jan y a su familia a seguir expuestos a los riesgos a pesar de que sus ingresos sean más que dignos. Y este es un problema con el que vamos a tener que lidiar cada vez con más frecuencia en los años venideros. Porque el problema no es si alquilamos o compramos, sino que cada vez mayores partes de nuestros recursos se destinan a una vivienda que tiene menor calidad, al mismo tiempo que la propiedad del parque inmobiliario se concentra.
En otras palabras: lo que está ocurriendo es que, fruto de todos estos cambios, estamos pagando mucho más por contar con un lugar donde vivir, ya sea a causa del aumento de las cantidades que se pagan por las hipotecas (y del mayor número de años en que nos vemos obligados a hacer frente a los pagos mensuales) o del incremento del precio de los alquileres. La realidad es que bienes esenciales como la vivienda, la luz o el transporte son mucho más caros mientras que los ingresos no crecen para la mayoría de la gente. No parece buena idea, pero nada apunta a que esta tendencia se ralentice o desaparezca.
Ya estoy de vuelta:
¡Joder y toquemos madera por si acaso! me siento un privilegiado con mi curro mileurista y con mi pisito de 80 metros y 3 habitaciones aunque tenga 50 años y sea un 4º sin ascensor...PERO ES MÍO. Veo el futuro muy jodido para nuestros jóvenes.
Precisamente hoy en "el País" sale esta noticia que está relacionada con la entrada de hoy:
En ella hay de todo, desde Okupas que pretenden seguir viviendo del momio a costa de sus "caseros", a gente de renta antigua que pagan una ridiculez por su alquiler, pero también habla de las acciones mafiosas, ilegales e intimidatorias de este tipo de fondos que están acaparando el mercado inmobiliario y que hacen que los precios se encarezcan hasta límites inaceptables.
Barcelona investiga 38 bloques de fondos buitre para evitar que expulsen a sus vecinos
Me vienen a la mente imágenes apocalípticas tipo Mad Max o Guerra mundial Z con gente hacinadas en guetos infectos y matando por vivir...no me lo tengáis en cuenta, es otra de mis idas de olla agoreras y oscuras.
Chistecito del día
-Ummm guapo, estoy como una moto, ¿tienes protección?
-Si, el McAfee, el Panda y el Avast, ¿por?
-Tenía razón mi madre cuando decía que eres gilipollas.
Chistecito del día bis
-¿Cuál considera que es su grado de madurez, en una escala del uno al cinco?
-¡Por el culo te la jinco!
Chistecito del día tris
-Ummm, nena, hoy me he levantado juguetón...
-Los niños acaban de irse al parque, si te das prisa todavía los pillas.
Chistecito del día cuatrís
Hola, si alguien tiene animales para dar en adopción, llamadme.
Si es posible antes de Navidad.
Estoy interesado en lechones, corderos, cabritos, gambas, langostinos, cigalas, langostas, bogavantes y pavos.
Gracias
Chistecito del día quintís
-¡ABRAHAM!
-Dime Dios.
-Sacrifica a tu hijo.
-¿Suegra?
-Hijo.
-OK, suegra.
-He dicho hijo.
-No se oye bien.
-¡HIJO!
-Concha, ven un segundo.
Todos hemos oído la matraca más de una vez en otros blogs. ¿Alquiler o comprar?, ¿qué es mejor, hipotecarte a mil años por una vivienda o es preferible alquilar para no atarte casi de por vida a una inversión semejante?.
Buff, yo no sé la respuesta, y aunque por estos blogs que todos leemos casi gana por goleada que es mejor enlazar alquileres que hacerte una hipoteca de 30 o 40 añazos por tu vivienda, no lo tengo tan claro.
Se exponen temas de movilidad laboral y por ahí no hay nada que discutir, mejor no atarte a una ciudad o barrio en el que quizá tu trabajo no mantengas por mucho tiempo y te veas abocado a trasladarte a otra empresa, en otro distrito, en otra ciudad o incluso comunidad autónoma o país.
O que alquilar te permite nuevas experiencias, tanto laborales como culturales que posiblemente no tendrías estando fijo en tu entorno conocido...
Y para decantarnos ya definitivamente por la opción de que no ser el propietario de tu vivienda sino mejor ser el inquilino de alguien es lo mejor, tenemos la frasecita machacada hasta la saciedad.
"Alquilar es más barato que hipotecarse".
Estoy casi seguro que así es, hay muchos gastos de lo que te libras y el propietario no, pero hay que dejar una cosa clara, ya no creo que haya tanta diferencia y más desde que los alquileres se están poniendo por las nubes.
Os dejo un "copia y pega" de hace unos meses que tenía guardado por ahí, en el que el autor (Esteban Hernández) nos deja muy claro que ya no es que se pueda elegir entre comprar o alquilar...es que hoy en día la única opción posible es alquilar, a menos que tengas mucha pasta...y claro, como los que manejan el cotarro que son los bancos y grandes fondos, se están haciendo con el parque de viviendas vacías, pues el precio se encarece...y mucho.
Y como esos tiburones saben que el negocio hoy en día está en los alquileres más que en las hipotecas, las posibilidades de que te den un préstamo para comprar tu casa queda reducido a la mínima expresión, incluso aunque tengas "posibles" como la pareja londinense que sale en el artículo.
Y es un fenómeno mundial pero que en España ya estamos sufriendo. ¿Cuánto vale ya un alquiler en las grandes urbes patrias?, pero da igual, no hace falta que sea una capital de provincia: ¿y en las periferias o ciudades más pequeñas y alejadas?. Las hipotecas están por las nubes, sí, claro que sí pero los alquileres también... y cada vez más.
Los dueños de casas somos una vía en extinción, los trabajos en un sitio concreto también (exceptuando funcionarios y trabajadores de grandes núcleos localizados) y aunque nuestros hijos puedan heredar nuestras viviendas, difícil si tienes más de uno...(al menos que dispongas de varias casas que no es lo normal) pero claro, eso sería cuando nosotros hayamos dejado este mundo así que hasta entonces tendrán que alquilar la suya. No hay otra opción. El mundo está cambiando en esa dirección, algunos dirán que para bien, yo diría que para mal...para muy mal.
Vamos con el copia y pega:
“Aquí estoy, rodeada de cajas otra vez, de mudanza, sabiendo que el año que viene tendré que mudarme otra vez. He limpiado y pintado el nuevo apartamento, y sigue con manchas de humedad y la moqueta carcomida por los gusanos. A mis 46 años he vivido en más de 30 casas, y aún no tengo ninguna seguridad”. Jan, una londinense, escribió el pasado año este post, que se convirtió en viral no sólo porque refleja un tipo de sentimiento con el que sus conciudadanos empatizan, sino porque se trata de una persona que cuenta con un buen trabajo (su salario es de 40.000 libras al año), y cuya pareja también tiene un empleo a tiempo completo.
Pertenece a una categoría social que la periodista y ensayista Anna Minton describe como “pobre de clase media”, y cuyos problemas se reflejan con precisión en una anécdota que Jan cuenta a Minton en su último libro, 'Big Capital. Who is London for?': “Me acababan de pasar por error un cargo de 20 libras a mi tarjeta, y no los tenía. De repente, me eché a llorar”. Posee un título universitario, estaba laboralmente situada, su vida era estable, pero se veía condenada a vivir con sus dos hijos y su marido en un apartamento en mal estado y de sólo dos habitaciones. Y si le pasaban un cargo extra le arruinaban el mes.
El mal de la vivienda
La de Jan es una más de las historias que aparecen en 'Big Capital', un ensayo crítico con la evolución del precio de la vivienda, uno de los factores determinantes para que las cuentas de los residentes en Londres no cuadren. La capital británica es una de esas ciudades a las que el mal residencial ha afectado especialmente. El esquema, explica Minton, es el siguiente: multimillonarios de todo el mundo adquirieron mansiones en los barrios más adinerados, obligando a los millonarios, ante el aumento de precio, a mudarse a las zonas de clase alta. Esta se desplazó hacia los espacios de la clase media alta, y así sucesivamente. El resultado fue que los precios subieron en todas partes, y de forma sustancial. Y todo al mismo tiempo en que el número de viviendas protegidas decaía.
Los alquileres alcanzan tales precios que hacen difícil que incluso las personas con salarios dignos los puedan pagar
El caso de Londres puede parecer excepcional, pero se trata de un mal que se ha extendido a muchas más ciudades de todo el mundo, desde San Francisco hasta Ibiza: los alquileres alcanzan tales precios que hacen muy difícil que incluso las personas que cuentan con salarios dignos los puedan afrontar. Los ingresos de profesores, bomberos o camareros no alcanzan para vivir en la ciudad en la que deben trabajar. Desde este punto de vista, es un problema preocupante pero que no genera demasiada alarma social, porque tales ejemplos no son más que excepciones. Sin embargo, esta lectura empaña más que clarifica: los cambios son bastante más profundos de lo que creemos.
Hacia abajo
Este verano se ha hecho popular una palabra, turismofobia, que era una especie de sucesora de eso que se dio en llamar gentrificación, y que consiste en una versión low cost de lo acontecido en Londres: determinados barrios, bien por la afluencia de turistas a través de los apartamentos de alquiler compartido, bien porque se han puesto de moda entre las clases medias altas, suben el precio de los alquileres, haciendo imposible que los residentes los puedan seguir pagando, por lo que optan por desplazarse a otros distritos. Estos, a su vez, elevan las rentas, dado el mayor poder adquisitivo de los recién llegados, elevan sus rentas, y obligan a quienes viven en ellos a mudarse a lugares más baratos. El resultado final es que todos acaban pagando lo mismo por peores pisos o por viviendas peor situadas.
Si los precios de la comida hubieran aumentado lo mismo que los de la vivienda en las últimas cuatro décadas, hoy un pollo costaría 50 libras
Este efecto, típico de la oferta y de la demanda, va mucho más allá de un simple ajuste en el mercado. Los cambios en la vivienda son sustanciales, en especial (pero no solo) para las nuevas generaciones. En primer lugar, porque el coste de un piso ha subido de forma espectacular. Como asegura Minton refiriéndose a Londres, “si los precios de la comida hubieran aumentado lo mismo que los de la vivienda en las últimas cuatro décadas, hoy un pollo costaría 50 libras”. Aunque el incremento en la capital británica sea mayor que el de otros lugares, este es un fenómeno común en Occidente, y en muchas zonas de España se ha dejado sentir intensamente.
¿Y la vivienda protegida?
Al mismo tiempo, uno de los factores que más ayudaba a la estabilidad de los precios, como era la vivienda protegida, está en continuo descenso. Eran construcciones que se planificaban para garantizar que este bien esencial no quedase fuera del alcance de las clases menos favorecidas. Minton describe de forma extensa lo ocurrido en Londres, y aunque sus mecanismos son distintos de los españoles, es un mal que nos afecta: las diferencias son notables entre la época tardofranquista, cuando un elevado porcentaje de los pisos contaban con esa protección institucional, hasta la actual, en que esa clase de vivienda tiene un peso en el mercado muy escaso.
Si los salarios se estancan, la amenaza del paro sigue presente y la protección oficial está ausente, el alquiler es la única posibilidad
Y como tercer factor, este aumento de los precios de las viviendas ha tenido lugar en un escenario en el que los salarios se han estancado o han descendido para una parte importante de la población española, y más aún tras la crisis. Los créditos a espuertas de la burbuja animaron a esas clases de ingresos bajos a hipotecarse con la esperanza de pagar la propiedad en 30 o 40 años, pero ese mecanismo ya tampoco funciona.
No hay elección
Como resultado de estos tres factores, el alquiler ya no es una opción, es lo único a lo que se puede optar. Hay quienes aseguran que es mucho mejor que la compra, una ruinosa inversión, pero no es cierto en este contexto. Esa afirmación puede ser valorada por quienes pueden elegir entre una cosa y otra; el problema es que cada vez menos gente está en esa situación. Si los salarios se estancan, la amenaza del paro sigue presente, los bancos exigen cada vez más seguridad para conceder un crédito y la protección oficial está ausente, el alquiler es la única posibilidad.
Los padres ayudaron a los hijos con lo acumulado en los años buenos, pero de esa herencia no disfrutarán los nietos
También para las clases medias: Minton describe varios casos de personas cuyos ingresos les permitirían afrontar una hipoteca, pero como el coste de la subsistencia ha aumentado (por los alquileres elevados, entre otras cosas), carecen de la posibilidad de ahorrar, justo eso que es necesario para conseguir lo suficiente para una entrada. El alquiler es el 'new normal', para unos y otros. Sólo los ricos pueden comprar. En España ocurre algo similar, mitigado por el remanente que las familias acumularon en los años de la expansión económica, una herencia de la que los hijos se aprovechan, pero de la que es improbable que puedan disfrutar los nietos.
El negocio
Por eso la propiedad inmobiliaria se ha vuelto a convertir en un gran objetivo de inversión. Han ayudado los tipos de interés bajos, y en el caso europeo las políticas del Banco Central con la expansión cuantitativa, que han proporcionado efectivo a los bancos y a los fondos, que destinan a apuestas rentables. Las viviendas son una de ellas, en especial aquellas que por su ubicación aseguran ingresos continuados, y más con la llegada de empresas como Airbnb.
La nueva realidad en EEUU es que si no tienes la suerte de poder vivir en una propiedad de tus padres, te verás abocado a alquilar tu casa a fondos como Blackstone
Esto ha producido cambios sustanciales en la distribución de la propiedad. Grandes fondos como Blackstone han empezado a comprar viviendas, locales y naves industriales de forma masiva. Como explica el inversor Simon Black, ya que carecen de capacidad para adquirirlos por separado, los están comprando por paquetes. EN EEUU el proceso es el siguiente: fondos de tamaño medio se hacen con diferentes propiedades y venden el paquete a los grandes; al mismo tiempo, quienes tienen entre sus activos entre 10-50 viviendas, se los venden a los de tamaño medio. Y algunos incluso compran propiedades, las alquilan rápido, y sin haberlas pagado se las transfieren a los fondos pequeños.
La desigualdad en la vivienda
El efecto es doble: por una parte, la propiedad se está concentrando, incluso en un escenario tan fragmentado como es el parque de viviendas, de forma que “se está expulsando a los propietarios individuales”; en cuanto al usuario, “la nueva realidad en América, especialmente para los jóvenes, es que si no tienes la suerte de poder vivir en una propiedad de tus padres, te verás abocado a alquilar tu casa a fondos como Blackstone”.
El negocio cuenta con buenas perspectivas, porque el número de gente obligada a alquilar aumenta. Por eso invierten los fondos
Por más que parezca un panorama exagerado, no le falta cierta realidad. Como el acceso a la compra está cada vez más limitado, y una parte importante de la población está abocada al alquiler, la propiedad inmobiliaria se convierte en un negocio cada vez más rentables. Es por eso que Blackstone posee ya en España, tras la adquisición del ladrillo del Popular/ Santander, un parque del tamaño de la Sareb. O por lo que compró un parque de 1800 viviendas sociales en 2013; o por lo que cada vez más fondos han adquirido pisos en zonas de moda en Madrid o Barcelona. El negocio posee buenas perspectivas, porque el número de gente obligada a alquilar aumenta.
El verdadero problema
El coste social que conlleva este proceso es duro. Si sólo es posible alquilar para mucha gente, su desprotección se incrementa, porque dependen para su subsistencia de que el coste de la vivienda mensual no se lleve la mayoría de sus ingresos. En un contexto de salarios escasos, con la amenaza del paro de fondo, y con el colchón de las ayudas familiares menguando, es evidente que las cosas pueden complicarse en el futuro. Esa tendencia es la que está detrás del encarecimiento del nivel de vida en las grandes ciudades, y que lleva a gente como a Jan y a su familia a seguir expuestos a los riesgos a pesar de que sus ingresos sean más que dignos. Y este es un problema con el que vamos a tener que lidiar cada vez con más frecuencia en los años venideros. Porque el problema no es si alquilamos o compramos, sino que cada vez mayores partes de nuestros recursos se destinan a una vivienda que tiene menor calidad, al mismo tiempo que la propiedad del parque inmobiliario se concentra.
En otras palabras: lo que está ocurriendo es que, fruto de todos estos cambios, estamos pagando mucho más por contar con un lugar donde vivir, ya sea a causa del aumento de las cantidades que se pagan por las hipotecas (y del mayor número de años en que nos vemos obligados a hacer frente a los pagos mensuales) o del incremento del precio de los alquileres. La realidad es que bienes esenciales como la vivienda, la luz o el transporte son mucho más caros mientras que los ingresos no crecen para la mayoría de la gente. No parece buena idea, pero nada apunta a que esta tendencia se ralentice o desaparezca.
Ya estoy de vuelta:
¡Joder y toquemos madera por si acaso! me siento un privilegiado con mi curro mileurista y con mi pisito de 80 metros y 3 habitaciones aunque tenga 50 años y sea un 4º sin ascensor...PERO ES MÍO. Veo el futuro muy jodido para nuestros jóvenes.
Precisamente hoy en "el País" sale esta noticia que está relacionada con la entrada de hoy:
En ella hay de todo, desde Okupas que pretenden seguir viviendo del momio a costa de sus "caseros", a gente de renta antigua que pagan una ridiculez por su alquiler, pero también habla de las acciones mafiosas, ilegales e intimidatorias de este tipo de fondos que están acaparando el mercado inmobiliario y que hacen que los precios se encarezcan hasta límites inaceptables.
Barcelona investiga 38 bloques de fondos buitre para evitar que expulsen a sus vecinos
Me vienen a la mente imágenes apocalípticas tipo Mad Max o Guerra mundial Z con gente hacinadas en guetos infectos y matando por vivir...no me lo tengáis en cuenta, es otra de mis idas de olla agoreras y oscuras.
Chistecito del día
-Ummm guapo, estoy como una moto, ¿tienes protección?
-Si, el McAfee, el Panda y el Avast, ¿por?
-Tenía razón mi madre cuando decía que eres gilipollas.
Chistecito del día bis
-¿Cuál considera que es su grado de madurez, en una escala del uno al cinco?
-¡Por el culo te la jinco!
Chistecito del día tris
-Ummm, nena, hoy me he levantado juguetón...
-Los niños acaban de irse al parque, si te das prisa todavía los pillas.
Chistecito del día cuatrís
Hola, si alguien tiene animales para dar en adopción, llamadme.
Si es posible antes de Navidad.
Estoy interesado en lechones, corderos, cabritos, gambas, langostinos, cigalas, langostas, bogavantes y pavos.
Gracias
Chistecito del día quintís
-¡ABRAHAM!
-Dime Dios.
-Sacrifica a tu hijo.
-¿Suegra?
-Hijo.
-OK, suegra.
-He dicho hijo.
-No se oye bien.
-¡HIJO!
-Concha, ven un segundo.
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